La lucha por el poder
La contienda por el poder puede ser primitiva y costosa, tal como es hoy en nuestro país. Pero también podría ser civilizada y económica, tal como son las de Australia o de Suiza, entre otros casos de éxito.
La distribución del poder y de la correspondiente “caja”
En los países arriba mencionados el grueso del poder político está repartido en cabeza de cada una de las bancas de concejal de cada ciudad y de cada comuna; es decir, está fraccionado en una gran, gran cantidad de porciones pequeñas a las que pueden acceder vecinos de a pie sin necesidad de tener filiación partidaria.
En ambos casos, los municipios y las comunas se gobiernan y se administran sin intervención de políticos partidarios; tan solo actúan vecinos y profesionales contratados por las reglas del mercado.
Por su parte, los políticos “de profesión” conforman un grupo muy reducido que trabaja principalmente en temas de alcance regional (grupos de provincias), nacional e internacional.
Además, en esos sistemas está previsto que cada pequeña cuota de poder solo tenga la posibilidad de influir sobre el destino de montos de dinero que también son pequeños; así, las cajas que los funcionarios podrían manejar con algún grado de discrecionalidad son muy acotadas.
Allí también observamos que, por su diseño, el propio sistema opera de manera automática para blindarse de los sobre precios, el clientelismo y la inoperancia; es por causa de su propio diseño que el sistema político resulta efectivo y liviano para su población.
Matar o morir
En marcado contraste, en Argentina, la cumbre del poder político concentra el grueso del poder-dinero y es por eso que quienes quedan en el llano harán lo imposible para destronarlo. El partido se juega a “todo o nada”.
Por eso el clima de conflicto permanente, por eso estamos todo el tiempo de crisis en crisis.
Es por esta particularidad en la configuración del sistema político vigente que nuestra lucha por el poder es y será salvaje y destructiva.
Esta es la fuerza subyacente que desde hace décadas impulsa la bola de hierro desde el peronismo al anti peronismo, ida y vuelta, una y otra vez, demoliendo a su paso el avance de nuestra sociedad.
Si el problema de Argentina es de naturaleza moral, instalemos un sistema político a prueba de inmorales.
Gracias por leer.
